XVII CERTAMEN LITERARIO 2013 Evaristo Bañon - page 10

Muy en serio, Rodri – dijo el reflejo-. Eso quiere decir que cuando tus padres se
miren al espejo, no se verán reflejados, o aún peor, verán a su reflejo sacándole
burla o algo peor.
Vaya, ¡eso no lo puedo permitir! - Se reveló Rodrigo – se pondrían de peor humor,
si es que aún se puede más, y entonces cuando nazca Carlota, los verá siempre
enfadados... ¡Pero eso no puede ser!
¡Sí, señor! Pero, ¿sabes cómo evitarlo? - Probó el reflejo, y vio cómo Rodrigo
negaba con la cabeza. - ¿No? Bueno, estás de suerte, porque yo sí . Mira Rodrigo,
tenemos que conseguir que tus padres estén contentos, ¿vale? Bien, pues para
eso te necesito. Tendrás que portarte muy bien.
¡Pero si yo ya me porto muy bien! - Protesto Rodrigo.
Bueno, pues mejor. Tienes que intentar sacar mejores notas, hacer las tareas de
casa, no enfadarte con tus padres... ¿entiendes ahora? - Explicó el reflejo.
¡Jo! - Se enfurruñó éste.
Bueno, Rodrigo, yo voy a avisar a los reflejos de tu madre y de tu padre de que lo
intentarás, ¿vale? ¡Venga, machote, que tú puedes! - Le animó el reflejo, antes de
volver a hacer, bueno... ¡lo que todos los reflejos hacen!
Rodrigo se quedó mirando unos instantes el espejo, embobado, pensando en lo que
acababa de ocurrir. Y después, salió corriendo a la cocina, con la idea de prepararle el
desayuno a su padre.
Luego de levantarse su padre, e ir al comedor, se encontró en la mesa un zumo de
naranja con pulpa flotando arriba, una tostada quemada con mantequilla untada, muy
irregularmente, por encima y a su hijo Rodrigo, sonriendo, sentado en el sofá. Y se rió.
Hacía tiempo que no se reía, y entonces supo Rodrigo que su plan había funcionado, y
que tenía que seguir con las instrucciones que su reflejo le había dejado.
Los siguientes meses hizo todo lo que estuvo en sus manos para mantener a sus padres
contentos. Mejoró sus notas: lo que antes eran bienes, ahora eran notables, y lo que
antes eran notables, ¡se habían convertido en sobresalientes! Atendía en la clase, y en
casa hacía todas las tareas que su madre le mandaba, que cada día estaba más gorda. Y
en cuanto a su padre... bueno, consiguió más de lo que esperaba.
Una noche, cuando iba a lavarse los dientes, su reflejo volvió a hablarle, dándole un susto
de muerte, para variar. Pero esta vez le dijo:
¡Rodri, amigo, lo conseguiste! Tus padres están contentos, y los reflejos ya no
harán huelga-
¡Bien! ¡Toma! - Exclamó Rodrigo.
Bueno, muchacho, ahora ya puedes ser el mismo de antes – dijo su reflejo.
Ya... Pero he decidido que me gustá más cómo soy ahora – espetó el niño.
Tiene su lado bueno; mis padres ya no están de mal humor, y yo estoy contento
por eso.
¡Bueno, bueno! ¿Así que optaste por seguir así, eh? ¡Muy listo, Rodrigo! Ya verás, -
le tranquilizó su reflejo- que todo se arreglará pronto.
Gracias, -respondió el muchacho.
Vaya, he de irme, pero quiero que sepas que estoy muy orgulloso de tí, amigo,
¡hasta la próxima! - se despidió el reflejo- y luego volvió a adoptar la forma de
Rodrigo, y a copiar sus movimientos.
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