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CATEGORÍA C

Premio Narrativa

Título: ¿Qué pasó en Greenmeadow?

Autora: Patricia Sánchez Verdú

Érase una vez, pues así empiezan todos los cuentos, un país en el que todo era un

inmenso prado verde, lleno de flores de bellos colores, donde los pájaros trinaban

alegremente, allí donde nunca se acababa la primavera, los caracoles, los saltamontes,

las mariposas, las abejas y las mariquitas convivían juntos sin peleas ni discusiones, pero

un aciago día apareció una sombra de la que nadie sabía nada...

A los pocos meses de aparecer aquel extraño ser, aquel hermoso prado se marchitó. Las

flores se secaron, los caracoles se escondieron en sus conchas, los pájaros

enmudecieron, los saltamontes caminaban en vez de saltar, y las mariquitas, abejas y

mariposas dejaron de volar y se volvieron grises.

El gran consejo decidió que tendrían que averiguar que ser era para poder derrotarle, así

que cada pueblo decidió enviar a sus mejores espías y así partieron para averiguar que

“cosa” era aquella que tanto turbaba la paz de aquel lugar...

Decidieron apostarse cada uno en una roca cercana al lugar por el que pasaba ese

extraño ser y cuando vieron que era... -¡Un humano! - exclamaron todos y cuando le

contaron, cada uno, que los humanos estaban fumigando Greenmeadow a sus

respectivos reyes, decidieron que la única solución era encontrar otro humano con mejor

corazón. Así que buscaron y buscaron y al final encontraron a un niño que se diferenciaba

de los demás porque coleccionaba fotos de insectos, no insectos como el resto de sus

amigos. Así él, los cogía, les hacía una fotografía y los soltaba. Por eso los insectos de su

jardín eran tan amigos suyos.

Los insectos mensajeros de cada pueblo de Greenmeadow fueron a su casa, y

escribiendo en una hoja (de árbol) con jugo de arándanos, le contaron lo que les pasaba y

el niño les dijo que los humanos eran sus padres, esto les asusto un poco a los insectos,

pero Antonio (pues así se llamaba) les dijo que no se preocuparan, que así, les sería más

fácil disuadirlos y aquella noche Antonio dió más vueltas y vueltas en su cama pensando

en una solución para el problema que presentaban sus amigos los insectos. Así pues, le

preguntó a sus padres porque fumigaban Greenmeadow y éstos le contestaron que

porque así sería más fácil coger los insectos para fotografiarlos y Antonio les dijo – No os

preocupéis, lo divertido es cogerlos sin que te vean.

Pasados tres meses, Greenmeadow volvió a ser el mismo y Antonio iba a jugar allí todas

las tardes, a pesar de que alli estaba solo, ¿o no?

Y esta, queridas “larvas” es la historia de nuestro hogar, Greenmeadow.