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Lo que hace un simple choque por el pasillo de idiomas y el orgullo de no querer

disculparse.

Cada día, esa pelea entre ambos, iba a más. Un día era Esteban el que le daba a Alex

con la pelota y al otro era al revés, y así, sucesivamente.

Llegó a tal punto, que ya se lo tomaban a cachondeo, ya se reían uno del otro de sus

actos y acabaron siendo amigos, ¿cómo? Cosas de la vida.

Ya no se miraban mal, ahora, cuando se veían se chocaban las manos, se seguían

tirando las pelotas pero ahora no lo hacían a malas, simplemente era una forma de saludo

entre ellos para que los amigos de ambos no sospecharan, ya que, fiesteros y empollones

nunca congeniaban bien.

Se acercaba época de pascuas, época de ir al campo con la familia o con amigos, comer

mona y esconder huevos pintados para que los más pequeños los buscaran. Un día de

esos, Alex se fue al campo de unos amigos de sus padres, los cuáles él no conocía. Ellos

tenían dos hijos, uno de 23 años y otro de 18, claro, ninguno tenía la edad de Alex (14

años) y suponía que el día iba a transcurrir muy lentamente, pero, ¿cuál fue su sorpresa?

El hijo pequeño resultó ser Esteban. ¿Casualidad o destino?

Al parecer, no resultó tan aburrido el día. De hecho, acabó siendo un gran día ya que

después de comer, se fueron todos a pasear y los más jóvenes (tampoco tan jóvenes), es

decir, Alex, dos hermanos suyos y Esteban se pasaron toda la tarde gastando bromas a

los adultos.

-¿Queréis dejar de parecer críos?- Preguntó irritada la hermana de Alex.

-Es que somos críos- Contestó Alex- Al menos Esteban y yo.

-Esteban tiene 18 años, Alex, él ya no es un crío- Replicó otra vez su hermana.

-Legalmente, es decir, por la edad no, pero mentalmente es mucho más crío que incluso

yo- Bromeó el chico. Esteban, que estaba escuchando la discusión, replicó.

-Oye, que te he oído.-

-Lo sé, eso pretendía- Le contestó Alex en un tono gracioso.

-Te vas a enterar renacuajo, ya estás tardando en correr. Cuento hasta cinco: 1, 2…- Pero

antes de que llegara a 3, el chico ya estaba corriendo con todas sus fuerzas.

El día acabó con una barbacoa en el patio de la casa de Alex y cantando canciones de

anuncios. ¿Qué original verdad?

-Te lo dije Esteban, tienes la mente de un crío-. Dijo Alex tan tranquilamente mientras se

sentaba al lado del mencionado.

-¿Qué quieres salir corriendo otra vez?-. Amenazó divertidamente el chico.

-¿Ves? Si fueras algo más maduro no me amenazarías con ir corriendo hasta mí- Volvió a

hablar Alex.

-¿A no? ¿Y entonces cómo te amenazaría?-. Cuestionó otra vez Esteban.

-No sé, supongo que simplemente no me amenazarías, dirías algo tipo: No digas tonterías

Alex, soy mucho más maduro que un crío como tú-. Dijo mientras ponía la voz algo más

grave que la suya.